Hay una historia que se cuenta en Cochabamba, una tribu de indígenas recibió ropa para vestir por primera vez. Los indígenas eran personas de mucha limpieza sin embargo empezaron a enfermar de manera inesperada. Averiguando el problema, vieron que los indígenas se sacaban la ropa para bañarse todos los días pero no lavaban la ropa en sí.  Nadie les había enseñado que en la ropa se quedaban las bacterias que producen y contagian enfermedades.

¿Alguien te enseño, los cuidados del uso de la computadora, tableta, celular o WiFi en relación a su salud? Seguramente fue lo último que pensaste, aunque probablemente preguntaste cómo cuidar los aparatos.  Olvída de preguntar al informático de la escuela dónde van tus hijos, si el WiFi hace daño, mucho menos al Ingeniero de Sistemas. Los Ingenieros no son Biólogos y saben cuándo y cómo un huevo en microondas se cocina, pero no saben cómo un pollito puede salir con vida de un huevo. Es más probable que sepan comer el huevo que criar un pollito.

Volviendo al tema dela higiene; el problema que había con las bacterias antes de la invención del microscopio, como nadie las había visto antes, fácilmente los más cochinos se excusaban en la necesidad de no bañarse. El problema de las ondas electromagnéticas es similar, no sólo son invisibles y contaminantes sino que penetran al interior de los diferentes órganos. Es decir la mugre tóxica ya no es un problema en la ropa, en la piel, no que te la tragues, ni que la respires, sino que penetra a lo más íntimo de cada órgano de manera instantánea sin que uno se dé cuenta. Vestido, desvestido, con la boca abierta o cerrada da igual, las señales dejan su rastro vibratorio en tu cuerpo.

Cuando se pone el celular en la oreja para contestar, hay 5 glándulas detrás del oído y nadie se da cuenta. La imagen que me hago es el de bacterias voladoras con propiedades para atravesar muros y cuerpos.

Justamente porque no se ven las bacterias es que hoy entendemos porque Dios dio a los israelitas en la Biblia leyes muy específicas sobre la higiene. En Levítico 11 se encuentran leyes para el saneamiento y limpieza en general que protegían las fuentes del agua de contaminación. En Deuteronomio 23 menciona el entierro del excremento fuera del campamento. También había cuarentena del campamento para cierto tipo de enfermos. El nuevo testamento enseña la importancia de nuestro cuerpo al decirnos que somos templo del Espíritu Santo. “ ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? ” 1ª Corintios 6:19.

La Palabra de Dios en 1ª Pedro 1:15 nos dice “ sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir ”. Está claro que aquí dice en «toda», esto significa que debemos ser santos –separados– de toda contaminación del espíritu, alma y cuerpo. El apóstol Pablo nos enseña, en 1ª Corintios 10:23, que nada es prohibido –todo me es licito, en sus palabras– pero no todo nos conviene.  “ pues nadie odió jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como también Cristo a la iglesia ” Efesios 5:29 .

Si Dios cuidaba a su pueblo en Israel de las bacterias, también le interesa que sepas sobre el cuidado de la contaminación electromagnética. Así como cuando uno llega a la casa se limpia los pies, se lava las manos, lava los platos, cambia de sábanas, lava la ropa, limpia los baños y los cuartos, así también debemos aprender rutinas de higiene electromagnética para vivir sanos.

Sobre el Autor
Rodrigo Arteaga Trigo es Mgr. en Diseño de Sistemas Interactivos Digitales
y especialista en radiación electromagnética, e impulsor de la empresa
Bienestar Ocupacional de salud y prevención electromagnétitca.